Libros de Rene Contreras

Portada de Microsoft Word - corami64.doc

Microsoft Word - corami64.doc

Autor: Rene Contreras

Temática: General

Descripción: Librodot Corazón Edmundo de Amicis En 1867 pasa a Florencia, donde colabora primero en el diario «L'Ítalia militare» pasando posteriormente a dirigirlo. Fiel testigo de una realidad militar que conoce a la perfección, sus artículos triunfan también por su patente sentimentalismo, y por sus abundantes toques de humor. Durante su estancia en Florencia, se relaciona con los intelectuales, periodistas y li- teratos de la ciudad, y ello le aumenta su vocación literaria. Contribuye también a esto Emilia Peruzzi, una inteligentísima dama que le aconseja en todos sus libros. Vuelve a las armas y forma parte del ejército del general Cárdona, quien, el 20 de septiembre de 1870, entra en Roma dando fin a la tan ansiada unificación de Italia. Primeras obras. Libros de viajes Con la unificación de su patria, De Amicis pone fin a su vida como oficial del ejército italiano y pasa a sumergirse en el mundo de las letras, al que dedicaría el resto de su tiempo. La vida militar le ha marcado profundamente y deja su huella en el primer libro que escribe, titulado «La Vida Militar», que es una recopilación de los artículos periodísticos que había escrito para « L'Ítalia Militare». Este libro se editará en Milán, en el año 1868. Cuatro años más tarde, es decir en 1872, se publicaré en Florencia otra obra 'suya, llevará por título «Novela». Posteriormente, recorrerá toda Europa con el propósito de contar a sus lectores las tradiciones, caracteres, costumbres e historia de los diversos países. De esta experiencia surgirán sus libros «España», en 1873; «Holanda», de 1874; «Recuerdos de Londres», también de 1874; «Constantinopoli», publicado en Milán en 1878; y, «Recuerdos de Pa- rís», en 1879. Durante su estancia en España, una de las cosas que llama poderosamente su aten- ción son los cuadros de Goya. De «Los fusilamientos del dos de mayo» escribe: «Goya debe haber pintado estos cuadros con los ojos retorcidos, con la espuma en la boca, con la furia de un obseso; es el límite al que puede llegar la pintura antes de con- vertirse en acción; traspuesto esto, se arroja el pincel y se toma el puñal; para realizar algo más terrible que estos cuadros, es preciso matar; debajo de estos colores está la sangre». Nota común a todos estos libros de viajes son sus descripciones sagaces; hechas con un realismo sorprendente, provocan en el lector la sensación de estar mirando a medida que avanza en la lectura. Camino del éxito En 1881 publicaría Racconti militare. En el mismo año, sale también a la luz una obra de temática radicalmente distinta; se trata de «Los efectos psicológicos del vino», editada en Turín. Tres años más tarde, en 1884, surge «Retratos Literarios», basado en la experiencia de su viaje por París, donde conoció a Víctor Hugo y a Emilio Zola, entre otros.

Abrir Microsoft Word - corami64.doc | Descargar

Portada de Microsoft Word - diaala83.doc

Microsoft Word - diaala83.doc

Autor: Rene Contreras

Temática: General

Descripción: Librodot Diario testigo Guerra de África Pedro Antonio de Alarcón estado en aquel ejército. Lo diré con la mayor rapidez posible. III En octubre de 1859, cuando España alzó banderas contra el moro, tenía yo veintiséis años. Por mi nacimiento, por el bienestar de mi casa paterna y por mi buena estrella literaria en Madrid, no me hallaba en el caso, ni tenía, como si dijéramos, la hechura social de las personas que suelen sentar plaza... Libre de quintas desde que a los veinte años me tocó la suerte de soldado y fui redimido de ella, vivía con cierta holgura (tal vez con demasiada, girando siempre sobre el porvenir, a fuer de buen ambicioso), y frecuentaba la más alta sociedad de la corte, como acontece en nuestra caballeresca España a todo el que viste con limpieza y acaricia ensueños de gloria o de fortuna. De mis repentinos y fugaces pujos democráticos de la adolescencia, que comenzaron en 1854 y acabaron en 1855, y de aquella bohemia literaria que corrimos, recién llegados a las orillas del Manzanares, los individuos de la célebre Colonia granadina (casi todos hijos pródigos fugados del hogar paterno), no me quedaba ya más que una alegre memoria, mezclada en lo político a cierto remordimiento, dado que mis ideas habían cambiado de rumbo, en virtud de mejor apreciación de los hombres y de las cosas. Entre mis amigos más respetables y más íntimos figuraba ya el teniente general D. Antonio Ros de Olano (quiero decir, el insigne vate, camarada de Espronceda, a quien este dedicó El Diablo Mundo, y que a su vez escribió el prólogo de tan aplaudido poema...); y como a dicho general se confiriese el mando en jefe del Tercer Cuerpo del Ejército de África, por una parte dimos de mano a los estudios literarios que solíamos hacer juntos, y por otra quedó convenido que yo iría con él a la guerra en calidad de aficionado, pudiendo contar con su alta protección para arrostrar los rigores de la campaña en todo aquello que no logran suplir los recursos particulares y pecuniarios de ningún individuo. Fue, pues, mi primer proyecto ir a África de paisano, o sea sin sentar plaza, con ánimo de escribir cuanto viera y se me ocurriese, pero no en modo alguno de matar moros; vestido y armado según mejor me conviniera; con caballo propio y con un criado o escudero a mis expensas, y seguido de un borriquillo moruno que llevase sobre su lomo mi tienda y mi batería de cocina... ¡Verdadera salida de Don Quijote, que hoy, próximo ya a las heladas cumbres de la vejez, recuerdo con entusiasmo y orgullo, sintiendo únicamente no haber de experimentar ya nunca las poéticas emociones de aquellos días!... Con tales propósitos dije adiós a Madrid y a las madrileñas la noche de la víspera de Difuntos (¡me parece que fue ayer!), y emprendí el camino de Málaga, en donde había de organizarse el Tercer Cuerpo de ejército, y donde ya se encontraba el general Ros de Olano. Allí compré el caballo y el burro; allí me proporcioné el escudero, hijo legítimo de aquella especialísima tierra; allí me procuré tienda y los demás enseres necesarios para vivaquear; todo ello en comandita y bajo la dirección de un distinguido joven malagueño, D. Eduardo Rombado, que había hecho, por afición, la campaña de Crimea y que se disponía también a hacer la de África, por lo que, desde que nos vimos, nos asociamos fraternalmente. En cuanto a mi traje y armamento, que había sacado de Madrid, era pantalón, levita y poncho, de un mismo paño oscuro, sin vivos ni divisas; polainas

Abrir Microsoft Word - diaala83.doc | Descargar

Portada de Microsoft Word - politica.doc

Microsoft Word - politica.doc

Autor: Rene Contreras

Temática: General

Descripción: CAPÍTULO II.-Cosas que debe comprender la educación Cosas que deben ser objeto de ella: las letras, la gimnástica, la música y el dibujo; límites en que debe encerrarse el estudio para los hombres libres.-Del lugar que en otro tiempo ocupó la música en la educa- ción; es una ocupación propia de los momentos de ocio. CAPÍTULO III.-De la gimnástica como elemento de la educación De la utilidad de la gimnástica; excesos cometidos en este punto por algunos gobiernos; no debe intentar- se hacer que los ciudadanos sean atletas ni guerreros feroces; sólo debe procurarse dar al cuerpo robustez y destreza y al espíritu valor generoso; la experiencia de diversos pueblos basta para fijar con certidumbre los límites en que conviene encerrar la gimnástica; edad en que debe el hombre dedicarse a ella. CAPÍTULO IV.-De la música como elemento de la educación De la música; no todos están de acuerdo acerca de la naturaleza y utilidad de la música; si es un puro pa- satiempo, se le puede obtener lo mismo oyendo a artistas de profesión que ejercitándose uno mismo; análi- sis de las diversas objeciones que se hacen al estudio de la música. CAPÍTULO V.-Continuación de lo relativo a la música como elemento de la educación La música no es un mero placer; puede ejercer un gran influjo sobre las almas; diversos hechos que lo prueban; diferencia entre la música y las demás artes, particularmente la pintura; siendo incontestable el poder moral de la música, es preciso hacerla entrar en la educación; y en este sentido es en el que es útil. CAPÍTULO VI.-Continuación de lo relativo a la música. Conviene que los niños practiquen la música; ventajas de esta ejecución; límites en que debe encerrarse; elección de instrumentos; no todos deben admitirse; proscripción de la flauta; diversas fases por que ha pasado el estudio de este instrumento; ha sido condenado por la misma Minerva, si hemos de dar crédito a la fábula. CAPÍTULO VII.-Conclusión de lo relativo a la música. Elección de las armonías y de los ritmos que deben entrar en la educación de los niños; los cantos son de tres especies: moral, animado, apasionado; los primeros son los que casi exclusivamente deben constituir esta enseñanza; el modo dórico es, sobre todo, el conveniente; crítica de lo dicho por Platón. LIBRO SEXTO DE LA DEMOCRACIA Y DE LA OLIGARQUÍA.-DE LOS TRES PODERES: LEGISLATIVO, EJECUTIVO Y JUDICIAL CAPÍTULO I.-De los deberes del legislador No debe limitarse el legislador a conocer el mejor gobierno posible; debe saber también mejorar en la práctica los elementos actuales de que puede disponer; de aquí nace para él la necesidad de conocer las diversas especies de constituciones y las leyes especiales que son esenciales a cada una de ellas. CAPÍTULO II.-Resumen de lo precedente e indicación de lo que sigue Subordinación de los malos gobiernos; matices diversos de la democracia y de la oligarquía; la teoría de las revoluciones deberá ser la conclusión de esta obra. CAPÍTULO III.-Relación de las constituciones con los elementos sociales La diferencia de constituciones nace de la diferencia misma de los elementos sociales; la pobreza y la ri- queza dan origen a dos formas principales de constituciones, la democracia y la oligarquía. Carácter esen- cial de la una y de la otra; el número no es su condición capital; es la fortuna.-Enumeración de las partes necesarias del Estado; crítica del sistema de Platón; todas las funciones sociales pueden acumularse; sólo la pobreza y la riqueza no pueden reunirse en unas mismas manos. CAPÍTULO IV.-Especies diversas de democracia Sus caracteres y sus causas; son cinco.-Influencia desastrosa de los demagogos en las democracias en que la ley ha cesado de ser soberana; tiranía del pueblo extraviado por sus aduladores.

Abrir Microsoft Word - politica.doc | Descargar

Portada de Microsoft Word - senorita_trevelez.doc

Microsoft Word - senorita_trevelez.doc

Autor: Rene Contreras

Temática: General

Descripción: DON MARCELINO. - Que los chicos no han querido entrar hoy tampoco. MENÉNDEZ. - ¿Pues...? DON MARCELINO. - Es el cumpleaños del gobernador civil. MENÉNDEZ. - ¡Hombre! ¿Y cuántos cumple? DON MARCELINO. - El año pasado cumplió cincuenta y cuatro; este año no sé, porque es una cuenta que le gusta llevar a él solo. ¿Ha venido el correo de Madrid? MENÉNDEZ. - Abajo estará. DON MARCELINO. - Pues anda a subirlo hombre. MENÉNDEZ. - Es que como a mí no me gusta moverme de mi obligación... DON MARCELINO. - No, y que además tú, cuando te agarras a la obligación, no te despierta un tiro. MENÉNDEZ. (Haciendo mutis.) - ¡Qué don Marcelino; pero cuidao que es usté muerdad! (Vase por la segunda izquierda.) ESCENA III Don Marcelino; luego, Picavea, por la puerta derecha. DON MARCELINO. - Bueno, y cualquiera que me vea a mí con este periódico en la mano cree que yo sé alemán; pues no, señor. Es que me entretengo en contar las “pes” las “cus” y las “kas” que hay en cada columna. ¡Un diluvio! ¡Qué ganas de complicar! ¡Para qué tanta consonante, señor! Es como añadirle espinas a un pescado. (Entra Pablito Picavea, mozo vano y elegante, con una elegancia un poco provinciana. Entra anheloso, impaciente. Es sujeto rápido de expresión y de movimientos.) PICAVEA. - Buenos días, don Marcelino. (Deja el bastón y el sombrero, mira por el balcón de la izquierda, consulta su reloj, lo confronta con el del salón y empieza a revolver entre los periódicos.) DON MARCELINO. - Hola, Pablito. ¡Qué raro!... ¡Tú por el gabinete de lectura! PICAVEA. - Que no tengo más remedio. DON MARCELINO. - Ya decía yo. PICAVEA. (Rebuscando entre los periódicos.) - ¿Está “El Baluarte” ?

Abrir Microsoft Word - senorita_trevelez.doc | Descargar

Portada de Microsoft Word - somala29.doc

Microsoft Word - somala29.doc

Autor: Rene Contreras

Temática: General

Descripción: licencia absoluta. En Estella conoció a la señá Frasquita, que entonces sólo se llamaba Frasquita; la enamoró; se casó con ella, y se la llevó a Andalucía en busca de aquel molino que había de verlos tan pacíficos y dichosos durante el resto de su peregrinación por este valle de lágrimas y risas. La señá Frasquita, pues, trasladada de Navarra a aquella soledad, no había adquirido ningún hábito andaluz, y se diferenciaba mucho de las mujeres campesinas de los contornos. Vestía con más sencillez, desenfado y elegancia que ellas, lavaba más sus carnes, y permitía al sol y al aire acariciar sus arremangados brazos y su descubierta garganta. Usaba, hasta cierto punto, el traje de las señoras de aquella época, el traje de las mujeres de Goya, el traje de la reina María Luisa: si no falda de medio paso, falda de un paso solo, sumamente corta, que dejaba ver sus menudos pies y el arranque de su soberana pierna: llevaba el escote redondo y bajo, al estilo de Madrid, donde se detuvo dos meses con su Lucas al trasladarse de Navarra a Andalucía; todo el pelo recogido en lo alto de la coronilla, lo cual dejaba campear la gallardía de su cabeza y de su cuello; sendas arracadas en las diminutas orejas, y muchas sortijas enlos afilados dedos de sus duras pero limpias manos. Por último: la voz de la señá Frasquita tenía todos los tonos del más extenso y melodioso instrumento, y su carcajada era tan alegre y argentina, que parecía un repique de Sábado de Gloria. Retratemos ahora al tío Lucas. V Un hombre visto por fuera y por dentro El tío Lucas era más feo que Picio. Lo había sido toda su vida, y ya tenía cerca de cuarenta años. Sin embargo, pocos hombres tan simpáticos y agradables habrá echado Dios al mundo. Prendado de su viveza, de su ingenio y de su gracia, el difunto Obispo se lo pidió a sus padres, que eran pastores, no de almas, sino de verdaderas ovejas. Muerto Su Ilustrísima, y dejado que hubo el mozo el Seminario por el Cuartel, distinguiolo entre todo su Ejército el General Caro, y lo hizo su Ordenanza más íntimo, su verdadero criado de campaña. Cumplido, en fin, el empeño militar, fuele tan fácil al tío Lucas rendir el corazón de la señá Frasquita, como fácil le había sido captarse el aprecio del General y del Prelado. La navarra, que tenía a la sazón veinte abriles, y era el ojo derecho de todos los mozos de Estella, algunos de ellos bastante ricos, no pudo resistir a los continuos donaires, a las chistosas ocurrencias, a los ojillos de enamorado mono y a la bufona y constante sonrisa, llena de malicia, pero también de dulzura, de aquel murciano tan atrevido, tan locuaz, tan avisado, tan dispuesto, tan valiente y tan gracioso, que acabó por trastornar el juicio, no sólo a la codiciada beldad, sino también a su padre y a su madre. Lucas era en aquel entonces, y seguía siendo en la fecha a que nos referimos, de pequeña estatura (a lo menos con relación a su mujer), un poco cargado de espaldas, muy moreno, barbilampiño, narigón, orejudo y picado de viruelas. En cambio, su boca era regular y su dentadura inmejorable. Dijérase que sólo la corteza de aquel hombre era tosca y fea; que tan pronto como empezaba a penetrarse dentro de él aparecían sus perfecciones, y que estas perfecciones principiaban en los dientes. Luego venía la voz, vibrante, elástica, atractiva; varonil y grave algunas veces, dulce y melosa cuando pedía algo, y siempre difícil de resistir. Llegaba después lo que aquella voz decía: todo oportuno, discreto, ingenioso, persuasivo... Y, por último, en el alma del tío Lucas había valor, lealtad, honradez, sentido común, deseo de saber y conocimientos instintivos o empíricos de muchas cosas, profundo desdén a los necios, cualquiera que fuese su categoría social, y cierto espíritu de ironía, de burla y de sarcasmo, que le hacían pasar, a los ojos del Académico, por un D. Francisco de Quevedo en bruto. Tal era por dentro y por fuera el tío Lucas.

Abrir Microsoft Word - somala29.doc | Descargar